viernes, 29 de mayo de 2009

NIETZSCHE Y FREUD; NEGOCIACIÓN, CULPA Y CRUELDAD Por Adolfo Vásquez Rocca

Negociación, Culpa y Crueldad; de Nietzsche a Freud.

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Por:

Adolfo Vásquez Rocca

Doctor en Filosofía

adolfovrocca@hotmail.com

Léxicos Número 9

ABSTRACT

Se investigarán los fundamentos y alcances de la afirmación de Freud acerca de la primacía del impulso de muerte, del impulso thanático o autodestructivo, sobre las demás pulsiones. Por otra parte se mostrará como tanto en Freud como en Nietzsche existe una teoría de la culpabilidad que les es común. Dichas teorías tienen un punto de convergencia en torno al cual se articulará este texto: la relación entre culpa y deuda, y entre ellos, un tercer término que parece permear toda la lógica de un particular ejercicio de la justicia: La crueldad.

I. Freud: teoría de las pulsiones.

Las miras de un impulso consisten en ser descargado, lo que suele producir placer. Sin embargo, el impulso sólo está relacionado indirectamente con el placer. En esas circunstancias, el estímulo principal es la descarga misma, la disolución del impulso, es decir su muerte. Estos instintos de muerte o impulsos destructivos parecen estar en oposición con la tendencia de la líbido a buscar el placer. En su obra, “Más allá del principio del placer”, Freud se pregunta si el impulso hacia la muerte, autodestructivo, no es acaso el principio fundamental de todos los demás impulsos y al tender todos hacia la muerte, uno puede formular la siguiente paradoja:

La vida sólo es una demora de la muerte. Según Freud, la dinámica de la personalidad resulta del antagonismo entre el impulso hacia la vida y el impulso hacia la muerte:

¿Qué representa para Freud la pulsión de la muerte?

Representa la tendencia irreductible de todo ser vivo a retornar al estado inorgánico. Si admitimos que el ser vivo vino después del no vivo, y que surgió de el la pulsión de muerte está perfectamente de acuerdo con la fórmula según la cual una pulsión tiende al retorno a un estado anterior. Según esta perspectiva “todo ser vivo muere necesariamente por causas internas”.

La pulsión de agresión.

Los años de la guerra fueron relativamente improductivos y hubo que esperar hasta 1919-1920 para la redacción de Más alla del principio del placer, en la cual y por primera vez Freud arriesgó la hipótesis de una pulsión de muerte.

Más adelante la pulsión de muerte sería designada asimismo con el nombre de Tánatos, en oposición al “divino Eros”, que representaba a la pulsión de la vida” Excepto en conversaciones privadas, Freud utilizaba indistintamente los términos de pulsión de muerte o de pulsión de destrucción; pero en una discusión con Einstein a propósito de la guerra, establecería una distinción entre ambos. La pulsión de muerte estaría dirigida contra sí mismo, mientras que la segunda, derivada de aquélla, estaría dirigida contra el mundo exterior. En 1909 Stekel había ya utilizado el término de Tánatos para designar un anhelo de muerte, pero le había de corresponder a Paul Federn la difusión del término en su acepción presente.”

Es interesante observar que Freud, aun cuando estaba bien impuesto ya desde el comienzo sobre los aspectos salvajes de la naturaleza humana y sus impulsos mortíferos, no hubiese reflexionado de cerca antes de 1915 sobre su aspecto nosológico. Ciertas resistencias relacionadas con su ruptura con Adler debieron precisamente desempeñar algún papel en eso. Es bien sabido que Adler postulaba ya desde 1908 la existencia de una pulsión agresiva primaria. Y sin embargo, según observa Ernest Jones, la concepción de Adler es más sociológica que psicológica, pues la entendía como una lucha por el poder y con el in de garantizarle la superioridad. La concepción freudiana, en cambio, bordea tanto la biología como la química o la física.

Y por otra parte el propio Freud reconocía sin problemas que desde siempre había sentido personalmente una cierta repulsión a aceptar la idea de una pulsión destructora independiente. En El malestar en la cultura escribió: “No puedo comprender cómo pudimos pasar de largo ante la universidad de la agresión no erótica y la destrucción, y de qué modo pudimos omitir concederle la significación a la que tiene pleno derecho en nuestra interpretación de la vida” Y añade: “Recuerdo mi propia actitud defensiva, cuando la idea de una pulsión de destrucción apareció por primera vez en la literatura psicoanalítica, y el tiempo que me fue necesario para que esa idea se hiciese accesible para mi.”

El concepto de culpa.

¿Qué es esa cosa oscura que llamamos culpa? ¿Cuál es su origen y su modo de operar?

Tanto Freud como Nietzsche se han ocupado de la genealogía de este concepto; cada uno, desde ámbitos distintos, es verdad, pero señalando elementos que en forma sorprendente confluyen.

La culpa, ese concepto que podemos situar tanto en los procesos de justicia entre las comunidades como en el ámbito de lo psíquico, está en estrecha relación con el concepto de deuda. Relación que supone un tercer elemento, el cual ha tratado de ser expulsado del territorio de las leyes, éste es el de la crueldad. Esta premisa será ilustrada a continuación desde los autores citados anteriormente.

II.

En el texto "La Genealogía de la Moral", Nietzsche propone que el concepto de culpa procede del concepto "tener deuda". Para explicar dicha proposición, él hace un recorrido por el desarrollo del sentimiento de justicia en la humanidad. Recorrido en el que ilustra el tratamiento que la sociedad ha hecho sobre aquel que infringe la ley.

En principio quien había causado un perjuicio merecía una pena, un castigo. La severidad de esta pena estaba determinada, por el grado de cólera que padecía el afectado. Era la cólera, y no la gravedad del perjuicio, la que determinaba la medida de la sanción. Vemos así que la sanción era una forma de venganza en la cual no había otra regulación que el monto de afecto causado. Esta lógica estaba entonces regulada por el capricho entendido como lo incierto, lo no regulado, lo impredecible.

Esta concepción en el ejercicio de la justicia se ve sustituida por la búsqueda de una equivalencia entre perjuicio y castigo. La medida del castigo estaba determinada entonces por la gravedad del perjuicio. Se nota en este desarrollo del ejercicio de la justicia, un intento en la humanidad por poner un tercer término que eliminara el afecto como determinador de la sanción. Lo llamativo de esta equivalencia es que el castigo puede ser el dolor físico del culpable y no precisamente la restitución del daño con bienes materiales. El dolor se ofrece como compensación, como algo que se entrega para pagar o restituir un daño causado.

Posteriormente se trató de cobrar el perjuicio, ya no con el dolor, sino con la privación de la libertad, eliminando la posibilidad de involucrar el cuerpo en el ejercicio de la justicia. Se observa entonces un esfuerzo en la humanidad por regular algo que circula y que está con relación al dolor del otro.

En términos generales, se puede observar que en la base de la justicia opera la idea de intercambiar una cosa por otra, aunque la naturaleza de los objetos no sea la misma. Es este tipo de intercambio lo que le hace afirmar a Nietzsche que el origen de la justicia se funda en la relación entre acreedor y deudor. Esta forma de relación consiste en que alguien da un bien a otro, quien debe pagar por ese bien recibido. Este deber supone una promesa, un pacto de restitución entre ambos.

En el marco de esta relación planteada por Nietzsche, el culpable es un deudor que no restituye la deuda, que no reembolsa los préstamos, es por tanto un violador de tratados, y un promotor de rupturas. Es alguien que no paga sus derechos aunque goce de ellos, razón por la cual se le considera fuera de la ley y merecedor de castigos. Frases populares como "el que nada debe, nada teme" o "tiene que pagar la falta", parecen provenir de esta lógica.

Si se aplica este razonamiento a esa forma primitiva de ejercer la justicia, en la cual el culpable debe pagar con dolor, nos podemos preguntar: ¿cómo puede el dolor del culpable tener el poder de restituir un daño? ¿Cómo es que el dolor del otro se constituye en una compensación para el acreedor? Al respecto Nietzsche anota:

"En la medida en que hacer - sufrir produce bienestar en sumo grado, en la medida en que el perjudicado cambiaba el daño, así como el displacer que éste le producía, por un extraordinario contra - goce: el hacer sufrir,..."(1)

El acreedor, perjudicado porque no obtuvo pago sobre algo que entregó, cambia su displacer por un contra - goce. Esta transacción es posible porque el mayor bienestar que puede obtener un ser humano se deriva del ejercicio de la crueldad, como lo afirma Nietzsche:

"La crueldad constituye en alto grado la gran alegría festiva de la humanidad más antigua, e incluso se halla añadida como ingrediente a casi todas sus alegrías..."(2)

"Ver sufrir produce bienestar; hacer sufrir, más bienestar todavía - ésta es una tesis dura, pero es un axioma antiguo, poderoso, humano - demasiado humano, que, por lo demás, acaso suscribirían ya los monos; pues se cuenta que, en la invención de extrañas crueldades, anuncian ya en gran medida al hombre y, por así decirlo, lo "preludian". Sin crueldad no hay fiesta: así lo enseña la más antigua, la más larga historia del hombre - !y también en la pena hay muchos elementos festivos!"(3)

Nos encontramos desde en esta forma de ejercer la justicia, que el culpable es un deudor que ha violado un tratado y que debe restituir el daño causado con su propio dolor, compensación de un perjuicio que se explica por el goce que esto le provee al acreedor. Pero ¿Cuál es la relación con la crueldad que establece el deudor? Dejemos esta pregunta en suspenso.

III.

Ahora pasemos a los desarrollos que Freud hace sobre la culpa. Para este autor un individuo es culpable en tanto esté preso de un afecto, el cual es una "variedad tópica de la angustia"(4). Este afecto es llamado en principio "Conciencia de Culpa" y posteriormente "Sentimiento de Culpa", el cual se activa gracias a un juicio que en principio proviene de los progenitores y posteriormente de una instancia psíquica que hace las veces de juez.

La conciencia de culpa, a juicio de Freud, es más que todo una "angustia social"(5), una angustia frente a la pérdida de amor, la cual emerge en un individuo cuando éste es sorprendido realizando un acto prohibido por los progenitores. Desde esta lógica sólo es culpable quien es descubierto en el acto.

Pero ¿qué es lo que activa esa modalidad de la culpa? Los progenitores le exigen al pequeño una transacción: recibirá el amor de ellos a cambio de que renuncie a la satisfacción pulsional. El individuo en consecuencia se debate entre dos bienes: el amor y la satisfacción de la pulsión. Tener uno implica renunciar al otro. Es así como se le exige al sujeto pagar con la renuncia a la satisfacción pulsional, para obtener a cambio el amor del otro. La culpa, en este contexto, es el dolor psíquico que se impone el individuo por haber traicionado al otro y por poner en riesgo su amor. Es así como en este primer tiempo culpa, amor y pulsión se encuentran en estrecha relación.

En un segundo momento este afecto adquiere otra nominación: Sentimiento de culpa, el cual a juicio de Freud es "el problema mas importante del desarrollo cultural,...el precio del progreso cultural debe pagarse con el déficit de dicha provocado por la elevación del sentimiento de culpa"(6)

Este afecto, que le resta dicha al sujeto, es el resultado de la tensión entre el yo y una instancia psíquica que hace las veces de autoridad: el superyo. Esto supone que el sentimiento de culpa es el resultado del sepultamiento del Edipo, lo que lo hace particular y lo relaciona con nuevos elementos, como lo podremos observar más adelante.

Si en un principio la culpa era la expresión de un conflicto entre la satisfacción pulsional y el amor del otro, ahora es el resultado del conflicto entre la satisfacción pulsional y el amor del superyo. Para que el yo obtenga el beneplácito de esta instancia psíquica debe igualmente renunciar y acogerse a un pacto, exigencia que ya no proviene de un agente externo sino de una figura psíquica.

Esta exigencia superyoica de renunciar a las pulsiones para recibir a cambio el amor de esta instancia, tiene en su fundamento dos imperativos que adquieren carácter de pacto. El primero le dicta al sujeto la sentencia: "Así como el padre debes ser". Y el segundo dice: "Así como el padre no te es lícito ser, esto es, no puedes hacer todo lo que él hace, muchas cosas le están reservadas"(7)

El primer dictado le exige al sujeto convertir al padre en un ideal, y en consecuencias tenerlo como modelo para la constitución del ser. Es un pacto en el cual el sujeto podrá ser como el padre, gozar de sus derechos, si renuncia a su deseo de eliminarlo. Deseo que se haya instituido en el Complejo de Edipo cuando el padre hace de obstáculo para la satisfacción de los deseos incestuosos. Ese pacto implica entonces, un tener derecho a gozar de privilegios a cambio de una renuncia pulsional. Si el individuo no quiere pagar ese costo, si en este punto se instituye en deudor y violador de tratados, vendrá en consecuencia la furia del superyo y su derivado, el sentimiento de culpa. Este sentimiento de culpa, asociado al incumplimiento de los ideales, será consciente, es decir, estará acompañado de representación - palabra. Al respecto Freud afirma:

"El sentimiento de culpa normal, consciente, no ofrece dificultad a la interpretación; descansa en la tensión entre el yo y el ideal del yo. Es la condena del yo por su instancia crítica. Quizás no diverja mucho de el notorio sentimiento de inferioridad de los neuróticos"(8)

La segunda sentencia, la cual dicta un: "Así como el padre no te es lícito ser, esto es, no puedes hacer todo lo que él hace, muchas cosas le están reservadas"(9). Y bien, ¿qué le están reservados al padre? La respuesta se orienta a la madre en tanto objeto del deseo del padre. Esta prohibición le dice al individuo: Serás como tu padre a cambio de que renuncies a tu madre. Relación de intercambio, relación entre un acreedor que tiene el objeto del deseo y un sujeto que debe pagar su derecho a gozar como su padre renunciando al incesto. Esta es una ley que obliga a pasar el goce por la aceptación de una ley, de un tratado El acreedor pide a cambio de los derechos que otorga, una renuncia, con lo cual instaura un pacto con el otro, una ley que prohíbe pero que igual da derecho a gozar.

Pero ¿cuál es el destino de los deseos incestuosos a los cuales se renuncia? Al respecto Freud afirma que el complejo de Edipo, el cual pone en escena los deseos incestuosos, no se elimina, no se disuelve, sino que se sepulta. Y si tomamos esta palabra en su literalidad, podemos decir que de él quedan restos que permanecen guardados en el inconsciente. Cuando estos restos retornan emerge un sentimiento de culpa que pone de manifiesto su existencia; culpa que no tendrá representación palabra que le acompañe manifestándose en la clínica como "reacción terapéutica negativa". Al respecto Freud afirma:

"No es fácil para el analista luchar contra el obstáculo del sentimiento inconsciente de culpa. De manera directa no se puede hacer nada; e indirectamente, nada más que poner poco a poco en descubierto sus fundamentos reprimidos inconscientes, con lo cual va mudándose en un sentimiento consciente de culpa. Un particular chance de influir sobre él se tiene cuando ese sentimiento icc de culpa es prestado, vale decir, el resultado de la identificación con otra persona que antaño fue objeto de una investidura erótica. Esa asunción del sentimiento de culpa es a menudo el único resto, difícil de reconocer, del vínculo amoroso resignado". (10)

Lo anterior indica que el sujeto estará siempre en deuda con el padre, porque nunca renunciará completamente a los deseos incestuosos que lo ligan al objeto prohibido. Habrá siempre en él un empuje a violar ese tratado fundamental y esto lo hará siempre culpable.

Como puede observarse, existe una analogía entre la proposición de Nietzsche y Freud relativa a la relación entre la culpa y la deuda. En Freud nos encontramos con un individuo que debe pagar su derecho al amor y su derecho al goce acogiéndose a una ley que le exige la renuncia a las pulsiones, tratado que al ser violado pone en escena la culpa como el dolor moral que se debe pagar por dicha transgresión.

Pero ¿por qué el individuo debe pagar con un dolor psíquico el no estar a la altura de los ideales y el retorno de los deseos incestuosos?

En Nietzsche el dolor que debía padecer el culpable se constituye en una compensación para el acreedor quien ha sufrido un perjuicio; compensación porque la crueldad se constituye en la gran alegría de la humanidad, por tanto en el supremo bien al cual todos quieren acceder, aunque sea a nombre de la justicia.

En Freud esta propuesta tiene igualmente su lugar. En este juicio psíquico nos encontramos también con un extraño bienestar en el hacer sufrir, satisfacción pulsional en aquel que hace las veces de juez. Al respecto Freud anota:

"De acuerdo con nuestra concepción del sadismo, diríamos que el componente destructivo se ha depositado en el superyo y se ha vuelto hacia el yo. Lo que ahora gobierna al superyo es como un cultivo de la pulsión de muerte, que a menudo logra efectivamente empujar al yo a la muerte"(11)

Esta exigencia superyoica de renunciar a las pulsiones, de pagar un derecho con un deber, no está desprovista de crueldad. Este juicio también esta al servicio de la pulsión cuando el superyo encuentra compensación en el dolor moral del yo.

Es así como la ganancia psíquica del sentimiento de culpa se tramita en términos pulsionales. A nombre de la ley se ejerce un "derecho a la crueldad", como diría Nietzsche.

Con relación a la pregunta que se había dejado planteada sobre la relación posible entre el deudor con la crueldad, desde el psicoanálisis se podría afirmar que en el hecho de recibir castigo puede haber también una suerte de goce, pero a modo masoquista. A nivel psíquico el yo deviene masoquista frente a un superyo sádico.

Para terminar se podría afirmar que existe una forma primitiva de ejercer la justicia, la cual se evidencia tanto en el terrenos de lo psíquico como en el de las relaciones entre los semejantes, en la cual hay una gran dosis de crueldad; la cual es, como lo afirma Nietzsche "la gran alegría festiva de la humanidad"(12)

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NIETZSCHE Y FREUD; NEGOCIACIÓN, CULPA Y CRUELDAD Por Adolfo Vásquez Rocca

Notas y Referencias.

1 NIETZSCHE, Friedrich. La genealogía de la Moral. P.p 75

2 Ibid. P.p 75

3 Ibid. P.p 76

4 FREUD, Sigmund. El Malestar en la Cultura> Obras completas. Tomo XXI. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1979. P.p 131

5 Ibid. P.p 121

6 Ibid. P.p 130

7 FREUD. Sigmund. El Yo y el Ello Obras completas. Tomo XIX. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1979. P.p 36

8 Ibid, p.p 51

9 Ibid. P.p 36

10 Ibid. Pag. 51

11 Ibid. P.p 53

12 Op. Cit. La Genealogía de la Moral. P.p 75


La influencia de Nietzsche sobre Freud

miércoles, 6 de mayo de 2009

WALTER BENJAMIN Y "PETER SLOTERDIJK"; DE LOS PASAJES AL "PALACIO DE CRISTAL" Por Adolfo Vásquez Rocca

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Dr. Adolfo Vásquez Rocca

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Doctor en Filosofía y Teoría del Arte

Universidad Católica de Valparaíso - Universidad Complutense de Madrid.

1.- Peter Sloterdijk y Walter Benjamin; Estética y Políticas de Climatización: De los Pasajes a los Invernaderos de la posmodernidad.


Si hubiera que ampliar las investigaciones de Walter Benjamin al siglo XX y principios del XXI, sería necesario –según Sloterdijk–1 además de algunas correcciones en el método– tomar como punto de partida los modelos arquitectónicos del presente: centros comerciales, recintos feriales, grandes estadios olímpicos, edificios corporativos, centros de convenciones y estaciones orbitales2. Los nuevos trabajos tendrían títulos como grandes úteros para masa infantilizadas, Estados Uterotopos, etc. Sin duda alguna, los pasajes encarnaron una sugestiva idea del espacio en los principios del capitalismo. Consumaron la fusión, que tanto había inspirado a Benjamin, entre salón y universo en un espacio interior de carácter público; eran un “templo del capital mercantil”, “voluptuosa calle del comercio”3, proyección de los bazares de Oriente en el mundo burgués y símbolo de la metamorfosis de todas las cosas bajo la luz de su venalidad [capacidad de ser vendido, corrompido -demarcación que establece el dinero entre lo sacro y lo profano] escenario de una féerie que embruja a los clientes hasta el final de la visita. Una feria de vanidades – donde el ceremonial social del lujo no sólo exige su vendibilidad, sino que la presupone. – del mismo modo como los altos honorarios médicos del psicoanálisis forman parte del proceso de curación del enfermo, en cuanto hace digna de crédito su voluntad– . Sin embargo, el Palacio de Cristal, el de Londres –en 1850-, que primero albergó las Exposiciones Universales y luego un centro lúdico consagrado a la “educación del pueblo”, y aún más, el que aparece en un texto de Dostoievsky4 y que hacía de toda la sociedad un “objeto de exposición” ante sí misma, apuntaba mucho más allá que la arquitectura de los pasajes; Benjamin lo cita a menudo, pero lo considera tan sólo como la versión ampliada de un pasaje. Aquí, su admirable capacidad fisonómica lo abandonó. Porque, aun cuando el pasaje contribuyera a glorificar y hacer confortable el capitalismo5 , el Palacio de Cristal –la estructura arquitectónica más imponente del siglo XIX– apunta ya a un capitalismo integral, en el que se produce nada menos que la total absorción del mundo exterior en un interior planificado en su integridad.

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Si se acepta la metáfora del “Palacio de Cristal” como emblema de las ambiciones últimas de la Modernidad, se reconoce sin esfuerzo alguno la simetría entre el programa capitalista y el socialista: el socialismo no fue otra cosa que la segunda puesta en práctica del proyecto de construcción del palacio. Después de su liquidación, se ha hecho evidente que socialismo y comunismo fueron estadios en el camino hacia el capitalismo. Ahora se puede decir abiertamente que el capitalismo es algo más que un modo de producción; apunta más lejos, como se expresa con la figura de pensamiento "mercado mundial".Implica el proyecto de transportar todo el contexto vital de los seres humanos que se hallan en su radio de acción a la inmanencia del poder de compra.



2.-Los shopping-mall como sistemas autorregulados.



Los shopping-mall son un capítulo de la tecnologización de la ciudad. En ellos, el mercado ya no recurre a ningún artificio para ocultar su naturaleza universal. Una misma técnica se utiliza en la producción escenográfica de mercados idénticos. Por eso, la tecnología es un factor decisivo: nada puede entregarse al azar o a las ocurrencias individuales, ni la circulación de las personas, ni la circulación de las materias , ni el espacio. Si el mercado tuvo su origen a cielo abierto, y persistió en la calle, las galerías decimonónicas descubrieron, por primera vez, las ventajas de un continuum espacial y temporal independizado radicalmente de cualquier peripecia que perturbe su funcionamiento. El ideal del shopping-mall no es el pintoresquismo (que el capitalismo reserva para las excursiones turísticas o los enclaves miserables) sino el confort. La calle nos recuerda, aunque de manera intermitente, que la intemperie existe y no todo está bajo control.

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Peter Sloterdijk por Adolfo Vásquez Rocca

Los shopping-malls, en cambio, son un invento que se separa definitivamente de la temporalidad y la intemperie. Como sistema autorregulado, el shopping-mall se anticipa a todas las necesidades de sus visitantes: no existen ni el frío ni el calor, no hay montaje aleatorio de sonidos mecánicos y naturales, no hay conflicto de estilos (el shopping-mall destruye los estilos incluso cuando pretende conservarlos). Sobre todo: no existen las diferencias nacionales. Los shopping-malls y los resorts turísticos unifican su forma y repiten escrupulosamente una tipología, que varía sólo en algunos elementos accesorios. Esto se puede probar en cada una de las piezas ensambladas en un shopping-mall.



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Sloterdijk El Palacio de Cristal por Adolfo Vásquez Rocca


Así , el shopping-mall quiere decirnos que no renuncia a la naturaleza. No obstante, se separa de ella de manera completamente nueva y radical. En el shopping-mall respiramos aire reciclado, las luces son siempre artificiales y jamás se mezclan con la luz atmosférica, los sonidos del exterior, por decisión arquitectónica, no deben traspasar las paredes fortificadas del recinto; la ausencia de ventanas niega toda comunicación con el afuera. Sin embargo, de manera infantil y con voluntad de producir un efecto de escenografía “ecológica”, los patios del shopping-mall no pueden prescindir de sus árboles, los mismos árboles en todo el planeta, indiferentes al desierto que rodea al shopping-mall, o a la ciudad decimonónica en la que éste se ha incrustado.

En el shopping-mall, la jardinería no busca el efecto maravilloso del artificio, ni la inspiración romántica del paisaje campestre, ni la culminación abstracta de las miniaturas de un jardín japonés. Lejosde estos ejemplos, su originalidad se apoya en la buscada incongruencia entre arquitectura y decoración “natural”. En medio de la polución visual de los carteles, los anuncios y los letreros, los árboles del shopping-mall están allí para probar que, si un shopping-mall es el universo bajo su forma de mercado, nada del universo puede serle ajeno. La tecnología del shopping-mall necesita, para cumplir adecuadamente sus fines, expulsar cualquier recuerdo del mundo exterior y convertirse en un espacio abstracto y universal. Sin embargo, como en la sociedad hipertecnológica prospera una ideología “naturista” (una especie de ecologismo blando y romántico), se necesita del verde de los árboles como garantía, precisamente, de que la universalidad tecnológica no deja nada afuera. Ni siquiera a los árboles que, embutidos en sus macetas y detenidos en la mitad de su crecimiento, son una escenografía de ciencia ficción: hierbas verde esmeralda en un paisaje de silicio o, como escribió Benjamin, la orquídea imposible en que se ha convertido la realidad.

En concordancia con estas intuiciones estético-políticas Walter Benjamin elige en sus minuciosas descripciones precisamente los objetos que ponen de manifiesto el inminente advenimiento -a través del fetiche de la mercancia y el templo del escaparate- del capiatlismo integral, esto es, del paisaje urbano convertido en ideología. Basta leer el índice del libro de Los Pasajes para notar la descripción de la cultura mercantil ad portas: pasajes, panoramas, exposiciones universales, interiores, calles, barricadas. Nadie hasta entonces había pensado a la cultura tan profundamente sumergida en su medio material y urbano. Este segundo tomo de Iluminaciones incluye tres ensayos: unos sobre el París del segundo Imperio, otro sobre algunos temas en Baudelaire y el tercero, el famosísimo “París, capital del siglo XIX”. Cada uno de estos ensayos descubre pistas que Benjamin procuró reconducir hacia una convergencia improbable (en el límite, imposible) en el libro no escrito sobre los pasajes de París. Cada una de estas pistas es novedosa por varios motivos: la captación de la dimensión social de la poesía de Baudelaire y de la dimensión cultural de las transformaciones materiales y urbanas; el descubrimiento (no existe otra palabra más exacta) de que ciudad y poesía moderna se implican como producciones simbólicas y se presuponen como experiencia.

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El Palacio de Cristal - Adolfo Vásquez Rocca

Del Libro de Los Pasajes tenemos únicamente esbozos preliminares y una colección ordenada de fragmentos y citas. La edición de los “Apuntes y materiales” fascina quizás por eso mismo: si estuviera allí el libro terminado, en lugar de los fragmentos, todos los libros hipotéticos se habrían perdido y sólo estaría ese, realmente existente. La obra de Benjamin se hubiera cerrado quizá con un magnífico libro. Hoy queda abierta a las reconstrucciones, atravesada por la incompletitud, que es precisamente un rasgo compositivo benjaminiano.


La obra es un enigma que, al no haberse resuelto el libro, deja abiertas muchas vías que el libro terminado hubiera clausurado definitivamente. En vez de París, capital del siglo XIX, tenemos El taller de Walter Benjamin,que nos convoca a la arqueología. Pero se trata de una arqueología inversa: en lugar de reconstruir una totalidad perdida a partir de sus restos, debemos trabajar sobre las ruinas de un edificio nunca construido. ¿Sería posible aprender algo de la elección de una cita y rearmar un todo del que se conocen fragmentos dispersos y, a menudo, repetidos? ¿Qué se aprende espiando el momento privado de la escritura, antes de que ella alcance la etapa de la confrontación pública, aunque no necesariamente de la edición?


Benjamin nunca pensó que los “Apuntes y materiales” serían publicados ni que a través de su sistema de citas alguien iba a reconstruir, como se reconstruye un paisaje antiguo mediante descripciones y dibujos, su versión de París en el siglo XIX. Benjamin no pensó que nadie iba iba a redimir las ruinas de su libro, porque hasta suicidio creyó que ese libro iba finalmente a ser escrito.



Iluminaciones II, por su parte, fue condensado en la figura del flaneur, ese paseante urbano, consumidor, neurasténico y un poco dandi que, para Benjamín, sintetizaba una idea: la del anonimato en la ciudad moderna y en el mercado, espacios, espacios donde se imponen nuevas condiciones de experiencia. El volumen presenta, sin embargo, no sólo ese retrato de paseante sino una serie de subjetividades cuyo rasgo común bien podría ser una frase de Banjamin: “La difuminación de las huellas de cada uno en la multitud de la gran ciudad”. La sociedad burguesa es captada en el momento en que se pierde una forma de la vida privada, en el momento en que se rearman las relaciones entre privado y público, entre mundo de los objetos y mundo de las mercancías, entre arte original y reproducción fotográfica, entre tradición y moda.



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Sloterdijk W. Benjamin; El Palacio de Cristal, por Adolfo Vásquez Rocca

El hábitat del ser humano no es ya ni la naturaleza en estado puro ni la casa o el domicilio, sino una organización intermedia que asegure la calidad urbana de la estancia humana.



Los espacios vitales –entendidos como estancias de cobijo– cada vez están más amenazadas, baste sólo pensar en los peligros que comporta el terrorismo no convencional6, de allí que el aire de los grandes centros urbanos sea acondicionado, filtrado, purificado. Después de la utilización de gases mortales en atentados en el metro de Tokio el aire ha perdido su inocencia y se ha transformado en un elemento amenazador. El aire y el medio ambiente forman parte de la estrategia militar de allí que el hombre necesite inmunizarse contra esos peligros. Esto acelera la construcción de esferas protectoras, sean ellas el espacio aéreo, nuestras ciudades climatizadas o nuestras oficinas y apartamentos. Nuestro mundo occidental quisiera ser un inmenso Palacio de Cristal7.



Algo parecido al ya referido Palacio de Cristal de los británicos, ese invernadero gigante y lujoso construido en Londres en 1850 para la Exposición Universal. Occidente ha reemplazado el mundo de los metafísicos por un gran espacio interior organizado por el poder adquisitivo. El capitalismo liberal encarna la voluntad de excluir el mundo exterior, de retirarse en un interior absoluto, confortable, decorado, suficientemente grande como para que no nos sintamos encerrados. Ese palacio de cristal urbano, con sus calles peatonales, sus casas con aire acondicionado, parece constituir una respuesta adecuada a ese deseo. Walter Benjamin ya lo decía en la época de la Restauración en Francia, cuando hablaba de las galerías comerciales, los Pasajes y las calles comerciales de París. Para él, construyendo esos pasajes, el régimen de Napoleón III mostró su verdadera naturaleza tratando de transformar el mundo interior en una especie de fantasmagoría: un gran salón abierto donde uno recibe el mundo sin estar obligado a salir de su casa. Para él, ése era el fantasma burgués de base: querer disfrutar de la totalidad de los frutos del mundo sin tener que salir de su casa.



3.- Traumas urbanos. La ciudad y los desastres.



La reflexión acerca del impacto que producen los influjos inhibitorios y los influjos desinhibitorios en el funcionamiento de nuestra sociedad presente es desarrollada por Sloterdijk en su conferencia El Palacio de Cristal, pronunciada en el marco del debate Traumas urbanos. La ciudad y los desastres, la cual tuvo lugar en Barcelona, en el año 2004. En esta conferencia, Sloterdijk establece una articulación entre ambos tipos de influjo y otros temas que forman parte de la meditación contemporánea como el capitalismo, la globalización y el terrorismo.



Los traumas urbanos corresponden no sólo a la destrucción física, sino también a las consecuencias psicológicas de los desastres.



Sloterdijk sostiene que el terror no es más que el intento de crear molestias dentro del sistema que puedan afectar al consumismo (el terrorismo islámico sería un ejemplo de ello). "El fenómeno de la globalización nos lleva a la generalización del confort y hacia la idea de un palacio de cristal -concepto utilizado por Dostoievski para denominar el mundo occidental- que representa la vida que nos gustaría vivir, aunque mantiene una mirada hacia fuera para saber quién es su enemigo", asegura el filósofo.


Las ciudades responden de manera distinta a las catástrofes



Existe una nueva forma de terror: el urbicidio. Su objetivo es aniquilar las ciudades, lo que implica la deshumanización y la destrucción de los lugares simbólicos. El urbicidio tendría que ser definido como un crimen de guerra, pero las ciudades tienen la capacidad de adaptarse y superar la catástrofe.



Existe una larga historia de catástrofes urbanas. Muchas ciudades han desaparecido a lo largo de la historia. Pero lo que realmente se desvanece son las formas de vida de esas ciudades, ya que la vida vuelve después del desastre. Ejemplo de ello es la ciudad de Jerusalén, a la que, a pesar de las repetidas destrucciones de las que ha sido víctima, la vida ha vuelto siempre. Aun cuando hay quienes sostienen que las ciudades están muertas: sólo las vidas de sus habitantes las hacen existir. La necrópolis es la verdadera ciudad ya que "la ciudad siempre ha estado muerta y ha sido construida por los muertos".

Las ciudades se enfrentan de distintas maneras a su reconstrucción después de las catástrofes. Algunas están obsesionadas con su memoria (en Italia, por ejemplo) y necesitan recordar lo que era esa ciudad. La mejor manera de recordar las cosas es a través de rituales. El ritual es la memoria que sobrevive.


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Sloterdijk El Palacio de Cristal por Adolfo Vásquez Rocca

4. Densidad en el Mundo Interior del Capital: Para una Teoría filosófica de la Globalización.



Sloterdijk utiliza el concepto de “densidad” para definir el estado esencial que caracteriza la convivencia en el mundo globalizado.



El rasgo distintivo de la globalidad establecida es la situación de proximidad forzosa con todo tipo de elementos. Creemos que lo más adecuado es designarla con el término topológico «densidad». Este término designa el grado de presión para la coexistencia entre un número indefinidamente grande de partículas y centros de acción. Mediante el concepto de densidad, se puede superar el romanticismo de la cercanía con el que los moralistas modernos han querido explicar la abertura del sujeto hacia el Otro8.


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En El palacio de cristal Sloterdijk desarrolla una metáfora que permite describir el estado actual de la evolución económica y social, especialmente en los países desarrollados de Occidente, cuestión que profundizará en el reciente “En El Mundo Interior Del Capital: Para Una Teoría Filosófica de la Globalización”. El mundo que él denomina capitalismo integral, donde el espacio exterior es absorbido y extrapolado hacia un espacio interior completamente delineado y esquematizado. Este palacio de cristal desempeña el rol de cápsula que separa y protege a sus miembros de las amenazas del mundo exterior; en él, los consumidores pueden acceder a distintos tipos de productos provenientes de todas partes del globo sin tener que abandonar su burbuja de privilegio.


La existencia en comunidad, al interior del Palacio de cristal, acontece bajo la forma de la densidad. La globalización impone un grado enorme de cercanía, tanto material como virtual, entre los mismos consumidores y entre éstos y los artículos de consumo. Basta pensar lo que ocurre en los centros comerciales, espacios gigantescos atiborrados de tiendas y de potenciales compradores, que ofrecen infinidad de productos comerciales destinados al consumo masivo de las multitudes, o lo que sucede con Internet, a través de esta red global los seres humanos trascienden los límites impuestos por las distancias físicas y pueden comunicarse entre sí desde cualquier lugar del orbe, además las personas tienen la posibilidad de realizar toda clase de transacciones económicas sin siquiera desplazarse de su computador.



Desde el punto de vista de Sloterdijk, el fenómeno de la densidad conduce a la primacía social de la inhibición sobre la desinhibición.



A causa de la densidad, la inhibición se transforma en nuestra segunda naturaleza. Allí donde se manifiesta, la agresión unilateral adopta la apariencia de una utopía que ya no se corresponde con ninguna praxis. La libertad para actuar obra entonces como un motivo de cuento de hadas procedente de la época en que la agresión aún prestaba algún servicio9.



La excesiva cercanía entre los miembros del palacio de cristal, que se expresa a través de un exorbitante nivel de densidad, tiene como consecuencias más relevantes, para el análisis que realiza Sloterdijk, la declinación de los dictados unilaterales, y la constitución hipercomunicativa de la sociedad, ambos acontecimientos confluyen para la determinación de la primacía de la inhibición.



En épocas anteriores y bajo distintas formas de organización social, los habitantes menos afortunados de una determinada comunidad debían realizar un arduo esfuerzo por satisfacer sus necesidades básicas, mientras otros, pertenecientes a clases dominantes, accedían con relativa facilidad a todo tipo de lujos. Este orden social desembocó frecuentemente en la competencia entre los miembros de un mismo estrato social, y en la lucha de las clases inferiores por obtener mejoras en su calidad de vida.


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5.- Densidad y problemas migratorios en el Palacio de Cristal.





En la actualidad, el estadio de desarrollo que ofrece el palacio de cristal permite una considerable disminución de los inconvenientes propios de sistemas sociales más primitivos. Existen programas de protección social que permiten complacer las necesidades básicas de la mayoría de la población y la brecha económica entre los estratos sociales es menor que en sociedades menos desarrolladas.




Los habitantes contemporáneos del Palacio de Cristal llevan a cabo una vida marcada por el bienestar social, esto influye en el modo en que se interrelacionan, ya no se consideran unos a otros competidores en la batalla por la supervivencia, ni tampoco existen acentuados antagonismos entre las clases sociales que puedan dar pie a revoluciones o golpes de estado, manifestaciones unilaterales de la agresión.



La elevada densidad garantiza la resistencia permanente del entorno contra la expansión unilateral, una resistencia que desde el punto de vista cognitivo se puede calificar como entorno estimulante para los procesos de aprendizaje, puesto que los actores suficientemente fuertes en medios densos se hacen unos a otros inteligentes, cooperativos y amistosos (y, como es natural, también se trivializan entre sí). Esto es así porque se interponen efectivamente el uno en el camino del otro, y han aprendido a equilibrar intereses opuestos. Al cooperar tan sólo con las miras puestas en el reparto de beneficios, dan por supuesto que las reglas de juego de la reciprocidad también son evidentes para los demás. Es lo que Rorty llamaría “compartir una esperanza egoísta común”



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Sloterdijk W. Benjamin; El Palacio de Cristal, Globalización por Adolfo Vásquez Rocca

Si bien la coexistencia en el Palacio de Cristal se desarrolla principalmente bajo las normas generales de la cordialidad y la empatía, esto no implica la ausencia de problemas de convivencia de los que hemos sido testigos – durante las últimas 3 décadas– en el escenario político internacional.




Actualmente existe un conflicto de carácter étnico en muchos de los países desarrollados. Una cantidad elevada de inmigrantes, provenientes principalmente de África, Medio-Oriente y América Latina, tanto legales como ilegales, ingresa diariamente a Europa y Estados Unidos. Esto produce serias alteraciones en el orden social. Una parte de la población residente no ve con buenos ojos la llegada de extranjeros, lo consideran una invasión al Palacio de cristal. Los ciudadanos de menos recursos afrontan este hecho con mayor malestar, en tanto son los principales afectados, ya que los inmigrantes constituyen una mano de obra más económica que compite con ellos en forma ventajosa, en la carrera por conseguir empleos de baja calificación.


Adicionalmente, este problema étnico produce otro tipo de repercusiones. El incremento progresivo de extranjeros provoca que éstos vayan adquiriendo mayor poder e influencia en la construcción de la sociedad. Los extranjeros introducen sus costumbres y su religión en el contexto general, modificando – a través de procesos de hibridación- el panorama cultural de cada país.


Dr. Adolfo Vásquez Rocca



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Dr. Adolfo Vásquez Rocca

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Teoría del Conocimiento y Pensamiento Contemporáneo. Áreas de Especialización: Antropología y Estética. Profesor de Postgrado. Profesor de Antropología y de Estética - Departamento de Artes y Humanidades-. Profesor asociado al Grupo Theoria, Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado. Director de la Revista Observaciones Filosóficas http://www.observacionesfilosoficas.net/. Secretario de Ejecutivo de PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofía de la PUCV http://www.philosophica.ucv.cl/editorial.htm, Editor Asociado de Psikeba —Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires— http://www.psikeba.com.ar/, miembro del Consejo Editorial Internacional de la Fundación Ética Mundial de México http://www.eticamundial.com.mx/- y Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo http://www.konvergencias.net/

COLUMNISTA DE REVISTAS Y PUBLICACIONES INTERNACIONALES, entre las que se cuentan:

A PARTE REI ISSN: 1137-8204 -Revista de la Sociedad de Estudios Filosóficos de Madrid-

NÓMADAS Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas ISSN 1578-6730 - Universidad Complutense de Madrid.

MARGEN CERO, Miembro fundador de la Asociación de Revistas Culturales de España, ISSN 1695-4807

CUENTA Y RAZÓN, Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos (FUNDES) de Madrid, Fundada por Julián Marías, ISSN: 0211-1381

EIKASIA
REVISTADEFILOSOFIA, ISSN 1885-5679 - Oviedo, España

DEBATS Revista de Filosofía y crítica cultural, ISSN 0212-0585, Institució Alfons el Magnànim, Valencia.

HETEROGÉNESIS [SWEDISH-SPANISH] _ Revista de arte contemporáneo. TIDSKRIFT FÖR SAMTIDSKONST


| E-mail: adolfovrocca@gmail.com

Notas:

1 SLOTERDIJK, Peter, El Palacio de Cristal, Conferencia pronunciada en el marco del debate “Traumas urbanos; La ciudad y los desastres”, Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, CCCB. 2004.

2 SLOTERDIJK, Peter, Esferas III: Espumas, cap. 1, sección A, pp. 317-337.

3 Benjamin, Walter, Gesammelte Schriften, Suhrkamp, Frankfurt 1989, vol. 1, pp. 86 y 93.

4 Los ecos literarios de la estancia de Dostoievsky en Londres se encuentran en su suplemento literario de viajes “Anotaciones de invierno sobre impresiones de verano», 1863, un texto en el que el autor se burla, entre otras cosas, de los «sargentos primeros de la civilización» de Occidente, de los “progresistas de invernadero”, y expresa su angustia acerca del triunfalismo baálico del palacio de la Exposición Universal. Dostoievsky reconoce ya en la burguesía francesa la equiparación europea occidental y posthistórica entre seres humanos y poder adquisitivo: “La posesión de dinero [es] la más elevada virtud y deber del ser humano”.

5 Acerca del motivo del “capitalismo confortable”, cfr. CLAESSENS, Dieter y CLAESSENS, Karin, Kapitalismus als Kultur: Entstehung und Grundlagen der bürgerlichen Gesellschaft, Suhrkamp, Frankfurt 1979.

6 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "Peter Sloterdijk: Temblores de aire, atmoterrorismo y crepúsculo de la inmunidad", En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - Universidad Complutense de Madrid, | Nº 17 | Enero-Junio 2008 -1º / 1 | pp. 159-168

http://www.ucm.es/info/nomadas/17/avrocca_sloterdijk3.pdf

7 Pero, aquí cabe preguntarse qué sucederá después de este gran invernadero. Porque la vida climatizada al interior del gran palacio de cristal está basada en una tecnología que no es sustentable, dado que requiere de las actuales energías fósiles. En la historia de la humanidad, el fosilismo habrá sido un episodio de apenas unos 300 años. Tenemos energías fósiles aún por 50, 100 años como máximo. En todo caso, nuestro placer ya no es el mismo: ha sido prácticamente demolido, porque las energías fósiles son sólo agradables cuando son baratas, y esa época se terminó para siempre. No volverá nunca más. Cuando todo se vuelve caro, no hay más confort, porque la democratización del lujo es imposible. Los regalos de la naturaleza se terminan allí. Ahora los hombres se preguntan cómo se pueden reemplazar esos regalos. La verdad es que el hombre detesta el trabajo. Los hombres simulan trabajar, pero trabajando sueñan con un regalo, con un tesoro que buscan en forma permanente. El trabajo es sólo una suerte de intermezzo que se acepta en espera del gran regalo. Ahora, ante el fin de las energías fósiles, el trabajo regresa como una carga insoportable.

Por lo pronto tenemos una opción, la posibilidad de implementar un gran giro hacia una tecnología que sea al mismo tiempo barata, compatible con las exigencias de la democracia y, sobre todo, abordable para los países que hoy están en la periferia. Esos pueblos aprovecharán la situación cuando las nuevas tecnologías solares estén disponibles a precios razonables. Esos nuevos recursos permitirán una estructura de civilización completamente diferente.

8 SLOTERDIJK, Peter, El Palacio de Cristal, Barcelona, 2004.

9 SLOTERDIJK, Peter, El palacio de cristal, Barcelona, 2004.

BIBLIOGRAFÍA:

  • SLOTERDIJK, Peter, El palacio de cristal, Barcelona, 2004.

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Ver: Seminario Peter Sloterdijk - W. Benjamín; Filosofía, Estética y Arquitectura - PUCV

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-
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "Peter Sloterdijk: Espacio tanatológico, duelo esférico y disposición melancólica", En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - Universidad Complutense de Madrid, | Nº 17 | Enero-Junio 2008 -1º / 1 | pp. 151-158
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-
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "Peter Sloterdijk: Temblores de aire, atmoterrorismo y crepúsculo de la inmunidad", En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - Universidad Complutense de Madrid, | Nº 17 | Enero-Junio 2008 -1º / 1 | pp. 159-168
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- Artículo "La arquitectura de la memoria: Espacio e identidad" pp.163 – 176 Revista Cuadernos de Filosofía - Nº 22 - 2004 [Publicación anual]. Universidad de Concepción – Chile. ISSN 0716-9884
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- Artículo "Ilya Kabakov; Arte de la instalación, conceptualismo ruso y el Palacio de los proyectos", En Escáner Cultural, Revista de Arte contemporáneo y nuevas tendencias, Nº 101 - enero - febrero 2008, http://revista.escaner.cl/node/598

- Artículo "Sloterdijk y Nietzsche; Posthumanismo, antropotécnicas y complejidad extrahumana", En Escáner Cultural, Revista de Arte contemporáneo y nuevas tendencias, Nº 101 - enero - febrero 2008, http://revista.escaner.cl/node/599
"Sloterdijk y Nietzsche; Posthumanismo, antropotécnicas y complejidad extrahumana"
Reproducido en Revista ESPIRAL, Nº 15, 2008, Revista de Cultura y Pensamiento Contemporáneo, México.

- Artículo "Rostros y espacio interfacial; hacia una teoría del retrato en Sloterdijk", en ENFOCARTE Nº 33, Revista de Arte Patrocinada por la Secretaría de Cultura | Gobierno de Buenos Aires. http://www.enfocarte.com/7.33/rocca.html

- Vásquez Rocca, Adolfo, "El Arte abandona la galería ! ¿A dónde va?", En RÉPLICA 21 © , Revista Internacional de Artes Visuales, México, Abril 2008.
http://replica21.com/archivo/articulos/u_v/542_vazquez_abandono.html

- Vásquez Rocca, Adolfo, "Peter Sloterdijk y Walter Benjamin; Air Conditioning en el Mundo interior del Capital", En EIKASIA, Revista de Filosofía, Nº 25 - 2009, ISSN 1885-5679 - Oviedo, España, pp. 25-38
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Vásquez Rocca, Adolfo "Individualismo, modernidad líquida y terrorismo hipermoderno; de Bauman a Sloterdijk", En Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Dialogo, Nº 17, 2008 - ADEFYC Asociación de Estudios Filosóficos y Culturales, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, pp, 122 - 130

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http://revistadefilosofia.com/25-04.pdf

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Dr. Adolfo Vásquez Rocca _ Doctor en Filosofía y Teoría del Arte UCM